viernes, 2 de octubre de 2009


Hermano americano.

Sin conocimiento del lugar, ni leído o escuchado. Sin nadie cercano que lo hubiera visitado. Así, desprovista, llegué a Machu Picchu.
Pero con Neruda como guía. Escuchando su voz única de trueno, cantándole y contándome la historia: “entre la atroz maraña de las selvas perdidas”. La voz inconmensurable del poeta y yo, solos ante la grandiosidad en ruinas.


"On the road" (2)

2 comentarios:

Dulce tu comentario , Stella. Comparto la celebración por el reencuentro en esta nueva sintonía de las letras y el escribir.